Llegó el momento de disfrutar Sr. Luis Miguel

 

Me inspiró un estadio Velez Sarsfield de 1994, y un Viña del Mar de ese mismo año, hirviendo de fans, gritos al unísono que casi no permiten disfrutarte.

Veinte años después, aquí estoy, escribiendo sobre ti, sobre la personalidad misteriosa para millones, pero que para los que intuimos y solemos profundizar un poco, dejas la ventana abierta.

Llegó tu hora de disfrutar Micky, he pisado tus hoteles, intentado llegar a ti desde mis trece años, he cambiado residencias e historias, pero ahí estás tú, en mis sueños (a menudo), en mi muro de Facebook, y en mis conversaciones con mi Xavito.

Hablan de ti, desde tu pelo hasta tus pies, si tienes una arruga nueva en el traje o en la cara, de si tu color es sol o zanahoria, conocen tu historia clínica y grupo sanguíneo de tus hijos. Pero no te conocen. Has cuidado cada rincón de tu íntima personalidad, y ahora es tu momento.

Saca a pasear esa sonrisa de piano sin bemoles, sacude las pestañas y abre los orificios de tu nariz para respirar oxígeno, no importa nada. Tu inteligencia puede superar cualquier crítica ignorante y envidiosa, a esos que dicen que comes es a quienes tú das de comer, por eso querido embajador de escenarios, disfruta, regálate un poco de lo que nos has regalado, abre ese sobre cerrado de letras escondidas y date una ducha de elogios verdaderos, de esos que te mereces por haber entregado tu vida a un público que solo has podido gozar en masa.

Quiero contarte, que he utilizado la palabra ídolo para definirte muchas veces, me equivoqué, los fanatismos son así, y te pido disculpas porque, además de encantarme cada vez que alejas el micrófono hasta tu ombligo y aún así se te sigue escuchando, siempre admiré tu personalidad, las pausas en tu forma de hablar, tus silencios irónicos acompañados por miradas hacia un lado (generalmente el derecho), ese tic que tienes que hace que los dedos de tus manos se muevan constantemente y cuando te muerdes el labio inferior (lado izquierdo).

Es hora de que te des un respiro, sin privarnos de tu maravillosa voz, de tus músicos que hacen de cada concierto una obra de arte, es tu ahora.

A mi Xavito, que es celoso pero respeta a mis amores de juventud, siempre le digo lo que me encantaría sentarte en la terraza de mi apartamento, con una copa de vino y un plato de pistachos, y charlar toda la noche, recordar alguna canción y tararearla juntos mientras la luna asoma por el mediterráneo e ilumina la velada. Cuando ya el paladar se secara de tanto hablar, acompañarte a la habitación que destino para la gente que amo, arroparte, cantarte una nana y dormir con mi Xavito sabiendo que no te volveré a soñar, porque mi amigo Luis Miguel es una realidad.

Quiero que seas feliz. Eso quiero. ¿Tú lo quieres? ¿Lo eres?